Me divertía el viaje, mis compañeras, las compras, chistes de Aduana y el supuesto ahorro que bien me vendría.
Disfruté del viaje de ida, sin poder dormir mucho. Carlos manejaba seguro, de lentes negros, Graciela nos atendía.
Llegamos!
Siempre me abruma el Chuy. Mucha gente, muchos colores, muchos puestos en la calle, olor a pollo al spiedo, muchos precios para comparar y recordar dónde….
La indecisión, las demoras en cada comercio, la cola del supermercado y cuando miré la hora tuve que comprar de apuro.
(Carlos rezongaba a los que se atrasaban)
– Mejor me gasto todo en el súper, me dije.
Compré lo tradicional y de final para los últimos cruceiros, cruzados o reales (no recuerdo), me atreví con 5kg de harina…
me abracé a una gorda bolsa de papel que me rompía la columna…
Muchas bromas sobre la compra y pese a lo mucho que pesaba, me la quitaron y no me di cuenta.
Sólo me di cuenta de su falta al llegar a casa.
Al día siguiente me la devolvieron entre bromas y prometiendo hacer tortas fritas con ella.