Océano, arena y sol.Naturaleza agreste. Casitas de pescadores asomando entre los médanos. Chalanas regresando de la pesca luchan por llegar a la playa , elevan sus proasy se pierden tras la espuma. Pueblito de pescadores… Aroma a yodo, sal y pescado fresco saliendo de los botes entre el rumor de olas que rompen.
Las casitas cobran vida, corren los gurises a su encuentro , las mujeres a ayudar. Comienza la faena , limpiar y vender, allí, junto al mar. Pieles bronceadas, curtidas de sol y sal, manos con huellas de remo ofrecen a sus familias el milagro que da el mar.
Entre las dunas, desde una excursión , conocí este pueblito hace casi cinco décadas ya. Le llaman Punta del Diablo, pero…el paraíso estaba allí. Sentada junto al océano me conmueve su grandiosidad, su poder, el milagro de la vida y su generosidad.
Hace poco regresé , otro verano y otra excursión , con gente que ama e invita a disfrutar estos lugares que nuestro país nos da. El tiempo fue un gran pintor… Ya no están los gurisitos corriendo por la playa . Algunos botes pude encontrar , redes , el mismo olor a mar … Las mismas olas rompiendo … pero, junto al mar, otro mar … La playa ya no está desierta, cientos de visitantes se disputan un lugar. Las casitas de pescadores se perdieron en un pueblo que quiere ser ciudad… Caminitos de tierra y piedra, senderitos sin trazar, jalonados de artesanos con manos maravillosas como ese mar . Ya no está el olor a pescado recién sacado del mar… Otros aromas invaden las callecitas … Restoranes y pequeños puestos ofrecen , entre mil variedades , también los productos del mar . Turistas vienen y van…
Es otro pueblo pero en el mismo lugar.
Energía, paz y belleza que ha sabido conservar . Naturaleza agreste , perla de este Uruguay.