Medianoche, mucha gente, murmullos y risotadas. Yo en el andén expectante, ansiosa mi sueño en acción. Cuántos años pasaron…!¡. El bus arrancó
Volver…misterio, dudas y preguntas…Pasamos Tacuarembo, cambió el paisaje allí entre montes de pinos y eucaliptus como niño porfiado y bichón elevaciones en forma de meseta. En el horizonte los Tres Cerros, aflora un lagrimón, triste recuerdo. En Manuel Díaz dejamos la Ruta 5, chircales y mariamol emergen de agrietadas areniscas rojas. Ahí están mis Caminitos de Tierras Coloradas.
Pronto Santa Ernestina, esqueléticas y vetustas estructuras de ladrillos, vestigios de construcción francesa del Siglo XIX esconden silbidos de Clotilde , aquella máquina de ferrocarril transportadora de piedras. Las aguas del arroyo Cuñapirú corren libremente por su cauce y nosotros hacia el destino.
Una portada nos indica llegamos a Minas de Corrales , capital del Oro.
Caserío transformado por intereses económicos europeos , el oro.
Rescatamos el progreso en su desarrollo trabajo para lugareños, atención médica, el Dr. Davidson ejemplo solidario, perpetrado en monumento, un cuartelillo y burdel con caritas pintadas ofreciendo placer y perfume barato.
Un día la fiebre del oro pasó, recuerdos de mi niñez están, yo, parada , inerte, la flora indígena, el Arroyo Corrales y la galeriá, esa que investigué, cavada por obreros sudorosos que atravesaron la serranía trás el filón de oro que marcaron los europeos. Todo está igual humedad, oscuridad, liquenes, arañas y escarabajos , en mis retinas. Tito abriendo la marcha, morral a la espalda, linterna y marrón , el conoce palmo a palmo cada roca y recoveco orgulloso de ser garimpeiro, minero buscador de oro,» El Ultimo Garimpeiro» dijo Diario El País el 9 de setiembre cuando partió. Su figura impregna el «Museo del Oro Tito Pereira » y es fiel custodia.